El equipo de Navarra conserva en Tajonar tradiciones olvidadas: entrenamientos abiertos y conexión con la cantera de fútbol.
En las afueras de Pamplona, cerca del Polígono Industrial de Berroa, se encuentra una ciudad deportiva con un aire nostálgico de los años 80, donde parece que en cualquier momento podría aparecer Jan Urban, Bustingorri o incluso Michael Robinson vistiendo indumentaria deportiva y saludando. Sin embargo, nos encontramos en el año 2024 y Osasuna ocupa el quinto puesto en LaLiga. La abrupta partida de Jagoba Arrasate, marcada por la nostalgia de tiempos pasados, se ha desvanecido rápidamente con la llegada de Vicente Moreno y su equipo, quienes han tenido un comienzo brillante con 15 puntos en las primeras nueve jornadas, incluyendo la memorable victoria por 4-2 sobre el Barcelona de Hansi Flick. A pesar de estar en quinta posición, por encima de lo esperado, Osasuna se mantiene como un club único en LaLiga.
El miércoles a las 10:15, el equipo sale al campo en medio de un día ventoso de otoño, con nubes amenazantes en el cielo. El entrenamiento se lleva a cabo al aire libre, como es costumbre durante la semana, excepto el día previo a los partidos, cuando se trabaja en jugadas de balón parado bajo la dirección de Dani Pendín. A pesar de la mañana desapacible, la presencia de curiosos es escasa debido a la jornada laboral, pero todo transcurre con normalidad. Osasuna presume de ser el único club que sigue esta rutina.
Tal como se mencionó en un artículo de Relevo el año pasado, la mayoría de instituciones solo dedican 15 minutos al inicio de sus sesiones para actividades físicas, como carreras o rondos, y reservan las jornadas de puertas abiertas para ocasiones especiales como Navidad o Reyes. Sin embargo, en Pamplona esta práctica es habitual. De hecho, es un tema de gran importancia en la ciudad, tanto que fue una de las preguntas que le plantearon a Vicente Moreno al ser presentado como entrenador de Osasuna. Moreno expresó: «Creo que al llegar a un lugar es importante conocer la dinámica existente, donde la gente se siente cómoda, y no deseo cambiar eso. Aunque en otros equipos es común entrenar a puerta cerrada y resulta conveniente, personalmente no tengo problema en que sea a puerta abierta; al contrario. A veces hay equipos que entrenan con las puertas abiertas y no asiste nadie. No todos los equipos son como Osasuna».
«Existe un fuerte sentido de identificación que hace a Osasuna destacar. El rojo es el único color presente. Se percibe en las calles y en los entrenamientos, que son abiertos al público. Es maravilloso sentir el respaldo de la gente», explica Dani Pastor, el preparador físico de Vicente Moreno, quien ha sido su mano derecha desde su etapa en Segunda B en el Mallorca. Estos entrenamientos abiertos desafían uno de los tabúes del fútbol moderno, que es la privacidad y la distancia con los aficionados. «La gente te brinda su apoyo incondicional. Debes ganártelo. Eres su entrenador o su jugador. Después, debes demostrarlo. Esto no ocurre en todos los equipos», añade Vicente Moreno, quien pasa hasta 12 horas en Tajonar, aprovechando una gran oportunidad, destacando su mayor virtud: el trabajo arduo.
Mientras se desarrolla el entrenamiento de manera rutinaria, se pueden escuchar las instrucciones activas de Vicente Moreno y Pastor, con cada ejercicio durando alrededor de dos horas y enfocados en el balón pero con un alto nivel de desgaste físico. Desde las gradas se escucha: «¡Qué ejercicio tan intenso! Parece que ya no pueden más», a lo que uno de los jugadores del equipo base asiente: «Ha sido increíble». Durante la pausa, Aitor Fernández saluda a un aficionado presente en las gradas, y al finalizar la sesión, cualquier persona que desee un autógrafo o una fotografía puede obtenerlo.
«En mi entorno solo se ven camisetas del equipo de fútbol Osasuna. No he observado ninguna del Real Madrid o Barcelona. Resido en Cádiz, donde sí es común ver camisetas de otros clubes. Sin embargo, aquí en este lugar, eso es lo que más me llama la atención», menciona Dani Pendín, quien recientemente se unió a Vicente Moreno en Mallorca. No obstante, esa no es la única característica distintiva de Osasuna.
A la espera de la construcción de una nueva ciudad deportiva que contará con 11 campos de fútbol y un espacio exclusivo para el primer equipo, actualmente todas las instalaciones son compartidas. Esto facilita que haya un contacto directo entre los jugadores del primer equipo. Los más jóvenes, como benjamines o alevines, pueden encontrarse con «Budimir o Moncayola» en alguna tarde, hablar con ellos y experimentar un sentido de pertenencia único. Vicente Moreno ya ha notado que los niños desean jugar en Osasuna. Desde los más pequeños hasta los jugadores del primer equipo, comparten la ciudad deportiva, lo que fomenta un sentimiento de pertenencia increíble. Este enfoque es muy valorado y contribuye a que todos se sientan cómodos en este ambiente.
Por lo tanto, todos los jugadores formados en la cantera de Aimar Orozo Moncayola llegan con las ideas claras y con una profunda conexión que les impulsa a mantener ese legado: «Los futbolistas que provienen de la cantera ya traen consigo hábitos de respeto, desde que son pequeños aprenden a ver las cosas de cierta manera. Por ejemplo, Puñal y Orbaiz, quienes son considerados pilares del equipo, al principio no se atrevían a interrumpir una conversación que estábamos teniendo en los pasillos. ¡Son dos figuras muy respetadas!», comenta Pendín, una persona con amplia experiencia en vestuarios tanto como jugador y trabajando con Vicente Moreno.
En un amplio salón, con una mesa de gran tamaño con ordenadores, decorado con una pintura y unas paredes desgastadas por el tiempo, Vicente Moreno y su equipo se reúnen alrededor de un ordenador para preparar el próximo partido contra el Betis. A un lado, se encuentran Richard Sanzol y Juantxo Martín, responsables de los porteros, junto a Dani Pastor. Al otro lado, se sitúan Ramon Alturro, el analista que conoció en el Espanyol, y Pendín.
«Compartir ideas enriquece», afirma Moreno, quien admite que a veces dedica más de 12 horas. El ambiente en Tajonar sigue inalterable, y los seguidores lo valoran. Y qué mejor que recordar las palabras de Michael Robinson, quien se enamoró del Osasuna en los años 80, para confirmarlo: «Me impresionó la modestia del club. Se veían a sí mismos como un equipo pequeño. Recuerdo lo entregada que era su afición. No importaba tanto jugar bien, en El Sadar se aplaudía el esfuerzo». Estos son, en palabras de Vicente Moreno, «valores arraigados desde siempre».